1.10.08

Jueves 19 de Marzo. Solemnidad de San José “Para que se cumpliese lo que había dicho el Señor” (Mateo 1,18-24)

P. Cristóbal Sevilla

“El nacimiento de Jesús el Mesías sucedió así:
Su madre, María, estaba prometida a José, y antes del matrimonio, resultó que estaba encinta, por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo (dikaios) y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le apareció en sueños un ángel del Señor, que le dijo:
-José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
‘Mira, la virgen está encinta, dará a luz un hijo que se llamará Emmanuel’ (que significa Dios-con-nosotros).
Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado y se llevó a casa a su mujer. Y no tuvo relaciones hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús”

María y José son los padres de Jesús, pero ambos deben saber que Dios es el que está detrás y fiarse de su providencia, la cual, muchas veces, -y esto ellos lo saben-, escribe derecho con reglones torcidos, como sucedió con Abrahán, el patriarca José, y otros tantos humildes personajes del Antiguo Testamento. San José es como Abrahán y como José, justos que saben esperar y confiar en la obra salvadora de Dios. El hecho de que Jesús fuera concebido virginalmente por obra del Espíritu Santo era algo que a San José le dejaba perplejo, y aunque sabía que la obra salvadora de Dios estaba detrás, el tenía que preguntarse cuál debía ser en estos momentos su papel de padre y esposo. Por eso, en un primer momento decide retirarse y dejar a María sola tal como pide la ley de Israel, pero en secreto, para no crear escándalo y respetar a María. Hasta que Dios mismo se encarga de serenarle y de indicarle a través del sueño que no debe tener reparos en acoger a María como esposa. Es el mismo San José, después que ha visto la obra salvadora de Dios detrás de estos acontecimientos, el que como padre pone nombre al niño, Jesús, en hebreo Yehosua, que significa: “El señor salva”. Siguiendo la tradición de Israel, un nombre sencillo y con sentido.

Fijémonos un poco más en la actitud de José como justo –dikaios en griego, traduciendo sadîq en hebreo- en la meditación. En Eclesiástico 44,20 se dice de Abrahán: “en la prueba fue hallado fiel”. Podemos leer el capítulo 2 de este libro del Eclesiástico sobre la prueba y el temor de Dios, este capítulo termina así: “Los que temen al Señor tienen el corazón dispuesto, y se humillan delante de él. Caigamos en manos del Señor y no en manos de los hombres, pues como es su grandeza, así es su misericordia”. Creo que San José supo llevar esto a su vida y de esta manera se convirtió en el padre fiel y en el esposo solícito. San José es justo porque sabe ver la obra de Dios más allá incluso de la misma ley de Israel que él mismo respeta y cumple como hombre justo, porque algunas veces los caminos de Señor no son los nuestros. Querer y saber reconocer estos caminos es signo de entereza espiritual, de ser justo. ¿Cómo reacciono ante situaciones humanas difíciles de comprender?, ¿las juzgo a la ligera?, o, ¿trato de que Dios me hable a través de las personas, los acontecimientos...? Muchas veces, nuestros propios prejuicios son nuestros peores enemigos.

Oremos con este texto pidiéndole al Señor que nos enseñe a ser “justos” como San José:

“Oh Señor, danos la entereza de José para poder ser justos como él,
y nunca desesperemos de tu gran misericordia.
Porque tantas veces tus caminos no son los nuestros,
concédenos el saber al menos guardar silencio y no precipitarnos. AMÉN.

Contemplamos la sencillez, discreción y silencio de la obra salvadora del Señor. El mismo Jesús, el hijo, nos lo enseña:
“Yo te bendigo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños” (Mateo 11,25)

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