Hemos de leer esta escena captando la sencillez con la que está escrita, pues lo que aquí se nos cuenta es el primer encuentro que tuvieron el mismo Juan y Andrés con Jesús, después que Juan el Bautista les dijera que aquél hombre que pasaba era para él el “cordero de Dios”. Y estos discípulos de Juan el Bautista, confiando en las palabras de su primer maestro, no dudaron en seguir a Jesús.
La lengua que hablaban era el arameo, y cordero se dice talija , y significa “siervo”, y también “cordero”. Juan el Bautista, tanto en la escena del Bautismo, como en esta escena de los discípulos, presenta a Jesús como el “siervo de Dios”, que había anunciado el profeta Isaías. Un siervo que traería la salvación con su sufrimiento (Isaías 53).
Estos primeros discípulos no siguen a Jesús porque le ven hacer algún milagro, sino porque se fían de las palabras de Juan el Bautista, y ellos, que son hombres que buscan la verdad, siguen a Jesús y además se lo cuentan a otros, dando testimonio, como hace Andrés con su hermano Pedro, y como, en la escena siguiente a ésta, hará Felipe con Natanael Bartolomé.
¿Cómo meditar esta escena trayéndola a nuestro corazón? ¿Busco con sinceridad la verdad de Dios en mi vida? Lo que Dios nos pide es algo simple: que tengamos un corazón sencillo para acoger su palabra, como lo tenían Juan y Andrés, Felipe y Natanael. Y en este sentido, no debemos tener ningún complejo para buscar la verdad con sencillez. Y atrevernos a decir que Jesús es el camino, la verdad y la vida que necesita nuestro mundo.
Pero, ¿dónde vives tú Señor?, ¿dónde podemos encontrarte en medio de nuestros trabajos y de nuestra vida diaria?, ¿cómo podemos empezar a conocerte como hicieron Juan y Andrés y así poder quedarnos contigo y seguirte?
Cada uno de estos primeros discípulos tiene un encuentro particular con Jesús (lee también la escena siguiente de Felipe y Natanael Bartolomé), Jesús se dirige a cada uno de ellos. Ellos, cada uno en las condiciones en que se encontraba, tenían un corazón abierto a Dios, y esperaban su salvación. Seguro que no se conformaban con lo primero que se les ofrecía.
Es precioso también el testimonio que da Andrés a su hermano Pedro: “hemos encontrado al Mesías”. Y el testimonio que da Felipe a Natanael: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés.. ”. Si nosotros hemos encontrado a Jesús, ¿cómo podemos dar testimonio en este mundo? Si tienes esta disponibilidad, pídeselo a Jesús como Señor, y a María.
"Señor Jesús, maestro bueno,
yo se que tú eres la verdad.
Enséñame a encontrarte en tu palabra,
a sentirte en mis hermanos más necesitados,
y a celebrarte en medio de tu Iglesia”.
AMÉN
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