P. Cristóbal Sevilla
Jesús manifiesta el poder de Dios a través de sus enseñanzas. Su autoridad y su poder son la autoridad y el poder de Dios. El poder creador, pues el mundo es obra suya, y también el poder salvador y liberador, pues somos criaturas suyas y ningún poder opuesto a Dios, debe separarnos de su misericordia. Esto es lo que manifiesta Jesús cuando expulsa los demonios.
¿Cómo vivir esta verdad sobre Jesús en mi vida? ¿Cómo meditar esto? Hoy corremos el riesgo de considerar la figura de Jesús como la de un personaje de la historia, importante sí, pero no más que otros.
Encontrar en Jesús la verdadera manifestación de Dios, no es para nosotros ni excusa para mirar a los demás por encima del hombro, ni tampoco podemos creer esto diciéndolo con la boca pequeña por complejo a que se nos tache de fundamentalistas, en una época en donde el relativismo, el decir que nadie tiene la verdad, es lo que está de moda. Nosotros creemos que Jesús manifiesta el poder Dios, y esta es la verdad de la que queremos dar testimonio, porque así lo vivimos en nuestra vida.
El respeto y la consideración hacia toda persona humana nos viene precisamente de esta verdad en la que creemos.
“Señor Jesús, Tú nos has mostrado el verdadero rostro de Dios
con la autoridad de tus palabras y tus obras.
Que tu verdad y tu poder se manifiesten en cada uno de nosotros, en nuestras familias,
y en tu gran familia que es tu Iglesia”. AMÉN
La contemplación no es tanto un pensamiento abstracto cuanto un movimiento de nuestro corazón que nos acerca a Dios. Contemplar es captar con el corazón y movernos hacia Dios y hacia su verdad, por eso, contemplando buscamos la paz, el testimonio, el cambio de nuestra vida, ... La contemplación no nos deja con los brazos cruzados, sino que nos alienta a manifestar la verdad de Dios en nuestra vida y en nuestro mundo.
Contemplamos el rostro de Jesús. En él vemos la verdad de Dios y nuestra salvación.
¿Cómo vivir esta verdad sobre Jesús en mi vida? ¿Cómo meditar esto? Hoy corremos el riesgo de considerar la figura de Jesús como la de un personaje de la historia, importante sí, pero no más que otros.
Encontrar en Jesús la verdadera manifestación de Dios, no es para nosotros ni excusa para mirar a los demás por encima del hombro, ni tampoco podemos creer esto diciéndolo con la boca pequeña por complejo a que se nos tache de fundamentalistas, en una época en donde el relativismo, el decir que nadie tiene la verdad, es lo que está de moda. Nosotros creemos que Jesús manifiesta el poder Dios, y esta es la verdad de la que queremos dar testimonio, porque así lo vivimos en nuestra vida.
El respeto y la consideración hacia toda persona humana nos viene precisamente de esta verdad en la que creemos.
“Señor Jesús, Tú nos has mostrado el verdadero rostro de Dios
con la autoridad de tus palabras y tus obras.
Que tu verdad y tu poder se manifiesten en cada uno de nosotros, en nuestras familias,
y en tu gran familia que es tu Iglesia”. AMÉN
La contemplación no es tanto un pensamiento abstracto cuanto un movimiento de nuestro corazón que nos acerca a Dios. Contemplar es captar con el corazón y movernos hacia Dios y hacia su verdad, por eso, contemplando buscamos la paz, el testimonio, el cambio de nuestra vida, ... La contemplación no nos deja con los brazos cruzados, sino que nos alienta a manifestar la verdad de Dios en nuestra vida y en nuestro mundo.
Contemplamos el rostro de Jesús. En él vemos la verdad de Dios y nuestra salvación.
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