1.10.08

Domingo 8 febrero : "Un día entero con Jesús" Marcos 1, 29-39


“Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios”
Propongo que ampliemos un poquito el evangelio de hoy para leer todo el contexto (1,21-39), el cual nos muestra una jornada completa de Jesús. San Marcos nos está narrando lo que Jesús hizo en Cafarnaún, el pueblo de los hermanos Pedro y Andrés, durante un día entero, una vez que hubo llamado a sus primeros cuatro discípulos: Santiago y Juan, Pedro y Andrés. Veamos por orden lo que Jesús hace durante este largo día:

-Por la mañana: Predica en la Sinagoga de Cafarnaún y expulsa el demonio de un hombre poseído.
-Al mediodía: Cura a la suegra de Pedro y come en casa de Pedro y Andrés junto con Santiago y Juan. Les sirve la misma suegra de Pedro.
-Al atardecer: En la puerta de Cafarnaún, cura enfermos y expulsa demonios.
-De madrugada: Sale del pueblo y se va a un lugar apartado a rezar. Pedro, y sus compañeros le buscan.
Según todos los evangelios, Jesús comienza su misión en Galilea en un ambiente familiar. En Cafarnaún, en el pueblo y en la casa de Pedro y Andrés. En Caná de Galilea, en la boda de unos jóvenes esposos. Jesús fue muy familiar y se mostró muy cercano a la familia. Sentía aprecio y compasión ante las relaciones familiares auténticas. Cura a la suegra de Pedro (Mc 1,29-31), siente un cariño especial hacia Lázaro y sus hermanas (Jn 11), siente compasión por Jairo como padre que tiene a su hija a punto de morir (Mc 5), y una intensa compasión por la viuda de Naím (Lc 7,11-17) porque acaba de perder el último miembro de su familia y se encuentra completamente sola.
Se trata de un detalle interesante, pues Jesús no busca en primer lugar a las autoridades, ni los sitios más notables e importantes, como era en esta época en Galilea, la ciudad de Séforis. Jesús comienza mostrando el Reino de Dios con sus palabras y sus obras entre los suyos, entre los pescadores y campesinos galileos, y los primeros que acuden a él son la gente más pobre, como encontramos en el discurso de las Bienaventuranzas, pronunciado también muy cerca de Cafarnaún, en alguna de las colinas que rodean el lago de Galilea.

¿Cómo meditar en nuestro corazón esta imagen de Jesús que hemos captado en la lectura? Jesús se nos muestra en toda su humanidad: habla, come, reza... Y es en esta humanidad como él muestra el Reino de Dios, sometiendo a los demonios, y curando a los enfermos. Esto era una señal fuerte de que el poder de Dios estaba actuando.
El poder salvador de Jesús como Señor se tiene que manifestar en nuestra propia humanidad. Por eso, creer en su gracia no es vivir de espaldas a nuestro mundo, y a todo aquello que nos hace humanos: nuestra familia, nuestro cuerpo, nuestras relaciones humanas, nuestro trabajo, nuestras enfermedades y achaques, nuestras heridas de la vida... Por eso, tenemos que mantener nuestro corazón abierto a su palabra, meditándola.

Y nuestra meditación se hace oración dirigida a Jesús como Señor de nuestras vidas:

“Señor Jesús, maestro bueno, que quisiste comenzar tu predicación en un ambiente familiar y con familias. Queremos sentirte también como nuestro Salvador en medio de nuestras familias, meditando tus palabras y tus hechos. Que en la humildad de nuestra vida diaria tus palabras nos guíen por el camino de la paz y de la justicia” AMÉN

La contemplación nos acerca a Jesús como maestro. Nos imaginamos entre aquellos primeros discípulos y sus familias, junto a Jesús. Nos dejamos enseñar e instruir por él, que nos enseñe a rezar como él lo hacía.


P. Cristóbal Sevilla

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