30.11.08

Señor, tú eres el alfarero, nosotros somos la arcilla. Somos todos obra de tu mano.



Reflexión y sugerencias
El pueblo de Israel sufrió el destierro.
El reino del Norte fue desterrado a Asiria;
el reino del sur hubo de vivir en la tierra extranjera de Babilonia.
En este exilio duro y difícil, que en algún caso duró
casi siglo y medio, el pueblo de Dios se hizo humilde.
Reconoció las injusticias y pecados que marcaban su vida social y personal.
A pesar de las infidelidades del pueblo, Dios siempre está dispuesto
al perdón y la misericordia.
El pueblo se siente en manos de Dios como la arcilla en manos del alfarero.
Dios es capaz de modelar un pueblo nuevo.
En este Adviento recién comenzado, también nosotros estamos llamados a volver nuestros ojos a Dios para recuperar un tiempo de sinceridad, justicia y solidaridad.
Dejémonos modelar por Dios, como la arcilla se abandona en manos del alfarero.

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