En el libro de los Hechos de los Apóstoles (cap. 18) encontramos cómo San Pablo, durante su segundo viaje misionero, después de su fracasado discurso en Atenas a los filósofos griegos, llegó hasta la ciudad portuaria de Corinto. Allí se encontró con un matrimonio cristiano: Áquila, de origen judío, y su mujer Priscila (o Prisca). Se encontraban en Corinto por haberse visto obligados a salir de Roma a causa de la expulsión del emperador Claudio de los judíos de Roma. San Pablo se va a vivir con ellos para trabajar juntos en el oficio de la confección de lonas y así poder ganarse el sustento.
Entre lona y lona Pablo aprovechó para hablarle a este matrimonio de Jesucristo, de manera que a partir de ahora se unen a Pablo y su misión. Y cuando llegaron a Corinto Silas y Timoteo, entonces Pablo, dejó durante un tiempo su oficio, y se dedicó sólo a la misión en esta ciudad. Hemos de pensar que también le acompañaron Áquila y Priscila, los cuales aprovecharían su negocio de lonas para extender el evangelio de Cristo en aquella ciudad portuaria, al igual que ofrecerían su casa para acoger a los primeros cristianos de Corinto.
Sabemos que la predicación en Corinto se hizo de un modo especial que Pablo de vez en cuando recuerda en la primera Carta a los Corintios. No se hizo como una demostración de Jesucristo desde la sabiduría humana, pues el fracaso de esta manera de presentar a Jesucristo ya lo había experimentado Pablo poco antes en su discurso en el Areópago de Atenas. Pablo experimentó en esta predicación a los Corintios la verdadera sabiduría cristiana, que no está en la demostración de grandes argumentos basados en la sabiduría humana, sino en la fuerza de Dios a través del Espíritu de Cristo resucitado (1 Cor 2,17-18).
Al terminar su predicación en Corinto, Pablo emprende el viaje hacia Éfeso, y le acompañan el matrimonio Áquila y Priscila. Allí se separa de ellos para seguir su viaje hasta su comunidad de origen, Antioquia. En Éfeso, Áquila y Priscila se van a encontrar con Apolo, un cristiano muy formado en las Escrituras Judías y en todo lo relativo a Jesucristo, pero que no había recibido el verdadero bautismo cristiano, sino sólo el de Juan. Nos cuenta el libro de los Hechos (18,26) que al oírle Áquila y Priscila, le tomaron aparte y le instruyeron con “más exactitud”. ¿Qué podían enseñarle al instruido Apolo un matrimonio que se dedicaba a confeccionar lonas? Lo que hicieron con Apolo fue una enseñanza que partía de lo aprendido con Pablo en Corinto, es decir, el verdadero conocimiento de Cristo no nace de la sabiduría humana sino de la fuerza poderosa del Espíritu de Cristo resucitado que te lleva a confesar que Jesús es el Señor y a dar testimonio de ello. Lo que recibió Apolo de parte de Aquila y Priscila fue una enseñanza basada en el testimonio personal de su experiencia del Espíritu de Cristo resucitado, y esto llevó a Apolo a recibir un bautismo en el Espíritu, de manera que Apolo va a cambiar a partir de ahora su estilo de predicación tal como nos cuenta el mismo libro de los Hechos (Hech 28,18).
Aquila y Priscila hacen de su casa una iglesia doméstica (1 Cor 16,19), y la abren para que se pueda reunir la comunidad (Rm 16,3). Ellos son un ejemplo de un matrimonio renovado por el Espíritu de Cristo resucitado. Pedimos al Señor que siga suscitando matrimonios y familias renovadas capaces de participar en la misión de la Iglesia.
Entre lona y lona Pablo aprovechó para hablarle a este matrimonio de Jesucristo, de manera que a partir de ahora se unen a Pablo y su misión. Y cuando llegaron a Corinto Silas y Timoteo, entonces Pablo, dejó durante un tiempo su oficio, y se dedicó sólo a la misión en esta ciudad. Hemos de pensar que también le acompañaron Áquila y Priscila, los cuales aprovecharían su negocio de lonas para extender el evangelio de Cristo en aquella ciudad portuaria, al igual que ofrecerían su casa para acoger a los primeros cristianos de Corinto.
Sabemos que la predicación en Corinto se hizo de un modo especial que Pablo de vez en cuando recuerda en la primera Carta a los Corintios. No se hizo como una demostración de Jesucristo desde la sabiduría humana, pues el fracaso de esta manera de presentar a Jesucristo ya lo había experimentado Pablo poco antes en su discurso en el Areópago de Atenas. Pablo experimentó en esta predicación a los Corintios la verdadera sabiduría cristiana, que no está en la demostración de grandes argumentos basados en la sabiduría humana, sino en la fuerza de Dios a través del Espíritu de Cristo resucitado (1 Cor 2,17-18).
Al terminar su predicación en Corinto, Pablo emprende el viaje hacia Éfeso, y le acompañan el matrimonio Áquila y Priscila. Allí se separa de ellos para seguir su viaje hasta su comunidad de origen, Antioquia. En Éfeso, Áquila y Priscila se van a encontrar con Apolo, un cristiano muy formado en las Escrituras Judías y en todo lo relativo a Jesucristo, pero que no había recibido el verdadero bautismo cristiano, sino sólo el de Juan. Nos cuenta el libro de los Hechos (18,26) que al oírle Áquila y Priscila, le tomaron aparte y le instruyeron con “más exactitud”. ¿Qué podían enseñarle al instruido Apolo un matrimonio que se dedicaba a confeccionar lonas? Lo que hicieron con Apolo fue una enseñanza que partía de lo aprendido con Pablo en Corinto, es decir, el verdadero conocimiento de Cristo no nace de la sabiduría humana sino de la fuerza poderosa del Espíritu de Cristo resucitado que te lleva a confesar que Jesús es el Señor y a dar testimonio de ello. Lo que recibió Apolo de parte de Aquila y Priscila fue una enseñanza basada en el testimonio personal de su experiencia del Espíritu de Cristo resucitado, y esto llevó a Apolo a recibir un bautismo en el Espíritu, de manera que Apolo va a cambiar a partir de ahora su estilo de predicación tal como nos cuenta el mismo libro de los Hechos (Hech 28,18).
Aquila y Priscila hacen de su casa una iglesia doméstica (1 Cor 16,19), y la abren para que se pueda reunir la comunidad (Rm 16,3). Ellos son un ejemplo de un matrimonio renovado por el Espíritu de Cristo resucitado. Pedimos al Señor que siga suscitando matrimonios y familias renovadas capaces de participar en la misión de la Iglesia.
P. Cristóbal Sevilla
1 comentario:
Es una bendición estar visitando su blog, reciban un afectuoso saludo desde El Salvador.
mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
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